jueves, 25 de diciembre de 2008

The Mystery Play...

Ficción, realidad y delirio se funden en esta obra brumosa y espesa que hace ya catorce años vio la luz gracias a la aclamada pluma de Grant Morrison y del virtuoso pincel de Jon Muth donde lo único cierto es que todo es incierto.

Un asesinato conmueve al pequeño poblado de Townely en Yorkshire, se trata de un crimen cometido a vista y paciencia de toda la ciudad y sin embargo no hay testigo alguno, pero lo más escabroso no es el hecho delictual en abstracto, sino su víctima…Han matado a Dios…Dios está muerto ¿Quién lo mató? ¿Fuimos nosotros o fue el Diablo? ¿Murió de verdad o sigue vivo? ¿Y qué pasa si nunca existió? …Para Nietzche Él está muerto, en Ydgrasil está en coma ¿Y ustedes qué creen? Dios, o mejor dicho el actor que interpretaba a Dios en la recreación de los Misterios Religiosos muere en extrañas circunstancias en plena función, causando el pánico y asombro de la multitud y dando inicio no solo a una serie de extraños eventos, sino que también a la revelación de oscuros secretos y antiguos cuestionamientos filosóficos y teológicos enmarcados dentro de la niebla asfixiante de la recesión económica.

Tras el crimen una joven y ambiciosa reportera del diario local y un detective afuerino en busca de la redención se unen a fin de develar las verdades que éste esconde, encontrándose con más de una desagradable sorpresa y planteando una importante pregunta que, a mi juicio, es de proporciones ontológicas: ¿Existe una verdad? Y si es así, ¿Hasta dónde llegarías para conocerla?¿Estás preparado para enfrentarla? Este cuestionamiento es principalmente desarrollado a través del personaje del detective Frank Carpenter, quien, intentando limpiar su alma, se hunde en los abismos de la miseria humana mostrándonos que, en realidad, no existen blancos y negros en este mundo, sino que sólo distintas escalas de grises, aunque en el pueblito de Townely pareciera que sólo hay plomo oscuro y negro.

Siguiendo el paso decidido y firme del detective Frank Carpenter y la reportera Annie Woolf el lector se adentra en la sucia y pantanosa vida de los habitantes de este lugar, mostrando varias aristas de la decadencia humana a través de gráficas representaciones de los pecados capitales…a ratos grotesco, a ratos perturbador y , a veces, desesperanzador ¿Habrá entonces cabida para una verdadera redención? ¿Podemos confiar en alguien o algo, o estamos real y absolutamente solos?... ¿Es cada individuo un Jesús en potencia y tiene a su propio Judas o existe algo de lealtad en el mundo?… Nada es lo que parece y nadie sabe para quién trabaja, pues la gracia de “The Mystery Play” es que logra mantener ese halo de misterio durante todo su desarrollo aunque a veces lo haga a costa de molestos cabos sueltos, diálogos forzados y de ciertas incongruencias narrativas: si la idea era confundir, lo logra a cabalidad.


Básicamente se trata de un espectáculo desmoralizador donde se hace una alegoría de la debilidad de la voluntad humana y se muestra una lucha desesperada por romper este círculo vicioso. Pero esa niebla confunde y hace pensar que ,a fin de cuentas, todo es una alucinación; un sueño difuso. ¿Puedes negar tu esencia? ¿Puedes predicar algo en que no crees? ¿Hasta qué punto resistirás sin traicionarte a ti mismo? Son algunas de las premisas sobre las que Morrison se mueve a través de las páginas y que, si bien no se resuelven del todo, abren un interesante debate que nunca pasará de moda. Es por eso que, a pesar de su estética terriblemente noventera (principios de los 90 con esos blusones horribles y los peinados medios escarmenados con base) es una obra que se mantiene fresca y actual, sobre todo ahora que estamos nuevamente en tiempos de crisis, pues como sabemos, en instantes como éstos sale a relucir lo mejor y lo peor del ser humano.


Gráficamente la obra es impecable: gran dominio de la figura humana y de la expresión tanto facial como corporal en general. Mención aparte merece la lograda atmosfera que exuda desolación, tristeza y soledad…un ambiente totalmente sombrío que llega a oprimir el pecho y causar claustrofobia. Se utilizan tonos plomizos, sepias y algunos chispazos de colores fuertes siempre sucios, a fin de evitar cualquier clase de luminosidad, porque la miseria no sólo debe sentirse, sino que verse.

El arte es realmente impresionante, pues el color y el dibujo, aun cuando son espectaculares, se encuentran humildemente al servicio de la historia haciendo suyo aquel lenguaje sombrío y onírico. Jon Muth realizó estas viñetas exclusivamente con acuarelas y el resultado es sobrecogedor, pero su estilo resulta demasiado “pictórico” en algunas ocasiones restándole dinamismo a la obra, pues, en el fondo, cada viñeta, más que parecer parte de una estructura narrativa, cobra mucha independencia, como si se tratara de un cuadro distinto.

“A Mystery Play” funciona en varios niveles narrativos: Tenemos, en primer lugar, una historia policial tributaria de los Filmes Noir; luego viene una lectura teológica (hay una intertextualidad muy interesante con el nuevo testamento, pero explayarme al respecto implicaría develar aspectos fundamentales de la trama), también se puede abordar desde el punto de vista sociológico y económico y, por supuesto, desde el ángulo filosófico.


Como ven, aquí hay una historia para todos los gustos, donde sobran el suspenso y la oscuridad, pero donde el humor no tiene cabida así que les advierto que la digestión de esta novela gráfica es algo pesada y finalmente deja un sabor bastante amargo, pero el riesgo vale la pena.