lunes, 15 de octubre de 2007

Servicio de Utilidad Pública: Por un mundo más bello

Hoy he despertado sintiéndome "caritativa"pues he volcado toda mi maldad en la redacción de las preguntas de las evaluaciones atrasadas de Historia del Derecho que debo tomar Jojojojo!! así que haciendo eco del vilipendiado derecho de petición que ha sido esgrimido por el ilustre y conspicuo ciudadano Cayo Petronio publico el link hacia un mundo bello y retorcido: El mundo de Lucy Draculina, maravillosa artista que reune lo mejor de Leonardo Da Vinci, Goya y Gigger y no lo digo sólo porque es mi tía, sino por que como una huérfana del buen arte siempre he encontrado regocijo en sus creaciones... Fuck You Andrés Vio! Fuck You gente conceptual de mierda que hace instalaciones sobre "El devenir urbano de la sociedad postmodernista" y la hueá... si quieren peces en jugueras háganse un caldillo para la resaca y no manchen el nombre del arte con sus pretenciones snob y superficiales diseñadas para alimentar sus elefantíasicos egos y hacerle creer a los incautos que si las alaban, aun cuando no las comprendan, el resto del mundo los va a encontrar inteligentes. JA! JA! JAAAAAAAA! MALDITOS BORREGOS PSEUDOVANGUARDISTAS PUDRÁNSEEEEEEEEEEEEEE!!!

Y ahora, sin más preámbulos, los dejo con arte del bueno...de ese destinado a trascender.

http://web.mac.com/lorenabaldi/iWeb/Sitio%20web/Bienvenida.html

PD: Cuando salga de esta hórrida semana posteo algo más largo. Por mientras engorden el ojo con las obras bellas de Lucy.

lunes, 1 de octubre de 2007

Fragmento

Estoy harta de estudiar y hacer cosas que no quiero, así que empecé a escribir el guión para un cómic, pero al final me salió en formato más de cuento ( soy muy mala para hacer guiones). Se lo envié a Liz Chan y ella me sugirió postearlo, aunque considero que aún debería pulirlo más... bueno... ¿Pero qué más da? Hay que mantener el blog vivo ¿o no?... Aquí lo dejo para que me den sus opiniones =) Nos leemos pronto.Aps--- todavía no le pongo título... ^_^
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Apretó los dientes y miró hacia delante, siempre digno, sabía que no podía darles ese gusto. Jamás… Ni la pena, ni la angustia, ni la rabia que lo inundaban podían filtrarse por sus poros y mucho menos a través de su mirada. La muchedumbre rugía palabras ininteligibles ¿Pero, acaso alguna vez de aquellas bocas había salido algo coherente? No y poco le importaba lo que esa masa impresionable pensara de él. En realidad, todo parecía carecer de importancia. -“No llores”- Se decía cada vez que sentía los embates de una lechuga podrida, de los huevos y tomates… -“No llores, maldita sea…muere como lo que eres, como un soldado.”-

Sonó el redoble de tambores y la turba dejó de rugir fijando la vista en él, en aquel hombre desaseado de estoica mirada y porte imponente. Era increíble cómo podía lucir tan compuesto e incluso apuesto en circunstancias tan vejatorias. Un paje real subió a la tarima y sacó de su cinto un pergamino que leyó ceremoniosamente: “ Edanor Colton. Por decreto de su real majestad, presidente de la Corte Suprema y Sumo Pontífice del reino de Daëhass habéis sido encontrado culpable del cargo de alta traición y condenado a morir en la horca. ¡Comenzad la ejecución!”.- El silencio se prolongó por unos cuantos segundos para luego dar paso vítores que aumentaban a medida de que el verdugo jalaba la cuerda. El clamor popular llegó al paroxismo cuando, con un certero movimiento, uno de los guardias sacó el piso sobre el cual se apoyaban los pies del infeliz delincuente. De pronto un leve silvido cortó el aire seguido de un golpe seco contra el piso de madera y el estruendo cesó. El verdugo, consternado dirigió su mirada hacia el soporte de la horca.

La gente empezó a moverse, a tratar de sobrepasar las barreras de contención. Si la ejecución había sido frustrada por algún revoltoso, ellos mismos consumarían el truncado acto de administración de justicia…

El incipiente caos era, sin duda, el escenario perfecto. Mientras todos examinaban los muros superiores de la ciudad un forado se abrió silenciosamente en la tarima y el magullado, pero todavía vivo cuerpo de Colton fue succionado por seis fuertes brazos. El hombre no cabía en sí de asombro y con una dulce mirada agradeció a los tres encapuchados, quienes se quitaron las mantas protectoras revelando disfraces de aldeanos. Uno de ellos, que parecía casi un niño, le extendió un vestido y un chal.- Cúbrase la cara mi general.- Colton miró incrédulo.- Ehh… esto viene con panza…- Los tres chicos sonrieron y tan pronto como Edanor se vistió esperaron la señal para salir.

Otro zumbido se oyó, esta vez fue seguido por el crepitar de la madera y el grito de los ciudadanos. Un chico señaló la torre de la derecha –¡Mirad… ahí está!- Todos los presentes voltearon y fue en ese momento cuando Colton y sus salvadores salieron de su escondite y se perdieron en el gentío.- Oooohhh…¡Es el Demonio Rojo!- Fue la exclamación general -Que los Dioses se apiaden de nosotros!.- Farfulló una señora. -¿Qué no váis a hacer nada?- Interrogó uno de los concurrentes al guardia de la tarima. –Pues…. ¡Todos a él!.- La masa avanzaba hacia la torre y la criatura permanecía inmóvil sosteniendo el arco con una mano, en una posición casi relajada, aún cuando los centinelas de las demás murallas y torres ya apuntaban sus armas hacia él. Parecía estar simplemente esperando a le dispararan, como si no le tuviera miedo a nada.
Colton paró de caminar. – No podemos dejar las cosas así… va a morir.- Uno de los jóvenes que tenía un largo cabello negro lo miró dulcemente y suspiró.- El plan es no mirar hacia atrás, señor. Y si no lo sacamos con vida el demonio rojo vendrá desde la tumba a cortar nuestras cabezas. Así que continuemos, por favor.

La primera ráfaga de flechas no hizo mella alguna en aquel ser espectral y la ira del populacho crecía. ¿Por qué aquella legendaria criatura que los apoyaba en batalla se cuadraba ahora con un traidor?. La confusión era extrema. Con la segunda lluvia el ente se tambaleó. Colton frenó en seco y dio media vuelta. -¡No!- Gimió Viel. Pero ya era demasiado tarde. La manta con que Edanor protegía su identidad había caído y pronto fue reconocido por la multitud. -¡Atrapadlo!- Nuevamente la atención se volcó en el condenado, mientras que los guardias de las torres trataban de neutralizar al demonio, que, frenéticamente trataba de llegar al lugar en que la turba empezaba a concentrarse. El joven de cabello negro farfulló palabras en una lengua muerta y logró crear una pared invisible haciendo un gran esfuerzo. Colton lo miró sorprendido.- No sabía que podías hacer eso, chico.
-Yo tampoco.- Respondió él sin perder la concentración. –Sigan moviéndose, los protegeré mientras pueda.- Ya no podían oír nada, el ruido era ensordecedor, pero lentamente esa agitación empezó a ser reemplazada por un inquietante silencio. El camino se despejaba y eso no significaba nada bueno. La retirada de los civiles implicaba la llegada de la milicia…las tropas de palacio al fin estaban en la plaza.

El demonio rojo, desesperado, arremetió exitosamente contra la primera guarnición, pero venían más, muchas más. Divisiones de arqueros en las torres y fornidos infantes cerrando cada vía de escape…estaban rodeados. –Al menos esta es una muerte más digna.- masculló Colton.-Pero ustedes… ah… son unos niños tontos, muchas gracias, de todas formas.- Una lágrima corrió por la mejilla de Viel, mientras los otros dos muchachos adoptaron posición de combate. El demonio rojo corría hacia ellos dando y recibiendo estocadas a destajo, pero eran demasiados incluso para una él. Colton no lo resistió más, sustrajo la espada que pendía del cinto de Viel y cruzó el inestable campo de protección.- Vayan hacia la salida, hijos. No se preocupen por mí, que he estado en peores.- Y se echó a correr. Un par de flechas lo alcanzaron en el camino, pero no se detuvo…al parecer ni siquiera las sintió. Estaba más vivo que nunca. Dos, tres, cuatro… seguía corriendo como si nada a punta de adrenalina…cinco, seis. Los chicos abandonaron el escudo que ya no daba más y se enfrascaron en combate, pero era obvio que morirían ahí, pues la superioridad numérica era abismante. Colton ya estaba posicionado contra la espalda del demonio rojo, que, sin voltear la cabeza dijo: -Viejo tonto, huye mientras puedas.
- ¿Ahora entiendes por qué nunca te dejé planear un combate o una misión? Realmente es una burrada esto que has hecho, pero te lo agradezco. Estoy orgulloso de tí.- Dijo sacándose un flecha del pecho mientras con la otra mano eliminaba certeramente a uno de los enemigos. ¿Pero cuánto más iban a poder aguantar? Fácilmente eran doscientos o trescientos contra seis, lo cual, en todo caso, no dejaba de ser meritorio … todo ese contingente solamente para enfrentar a seis personas y aún no había muerto ninguno de ellos, mas ¿Hasta qué punto podrían sostener esa situación? – Realmente podemos morir aquí.- Sentenció el demonio rojo.
- Ja! Me sorprende que recién ahora pienses eso…¡eres el colmo!.- Respondió Colton aceptando hidalgamente que la muerte hoy, sí o sí, tocaría a su puerta y qué mejor forma de irse de este mundo luchando. En realidad estaba agradecido y también resignado. De pronto retumbó un cuerno y unos tambores , luego tres explosiones simultáneas que abrieron sendos pórticos por los que atravesaron avezados jinetes premunidos de lanzas, arcos y flechas, espadas y uno que otro mandoble. Las cabezas enemigas rodaban por doquier y en los ojos de los agotados chicos aparecieron lágrimas de alegría. En un impresionante giro del destino, ahora los números jugaban en su favor y rápidamente la guardia de palacio se replegó humillada frente a la brutal estampida de los jinetes liderados por una peculiar criatura de cabellos anaranjados y extrañas orejas puntiagudas. El demonio rojo se quitó el yelmo y acudió a saludar a tan formidable aliado. – Llegaste gusto a tiempo.- El joven asintió sin bajar de su cabalgadura para luego dirigirse al resto de los guerreros.- Prepárense para la retirada.- Se limpió el sudor de la frente y suspiró.- Sólo logré traer uno más… tú sabes lo difícil que es conseguir caballos extras en estos días, así que monten con mis muchachos. Papá---¿Puedes montar solo o te llevo yo?.- Colton sonrió mientras se quitaba la cuarta flecha y le extendió la mano.- Sólo por hoy aceptaré tu ofrecimiento.- Edanor dio un paso y cayó desplomado ante la mirada atónita de todos. El joven de largos cabellos anaranjados saltó de su bestia y tomó al general en sus brazos haciendo un puchero de niño. El demonio rojo le palmoteó la espalda y con voz quebrada dijo: -Se va a poner bien…pero ahora debemos sacarlo de aquí.- Tenía razón… los refuerzos de palacio llegarían en cualquier momento y había que llegar a un lugar seguro, de lo contrario, el rescate sería todo un fracaso.

Cabalgaron a toda velocidad por senderos desconocidos para la mayoría de los habitantes de la zona hasta llegar a un páramo que daba a un valle cercado por los acantilados. – Aquí no nos buscarán, por lo menos hoy.- Draco, el líder de los jinetes de Kashdú, dio la orden de desmontar y en poco menos de una hora levantaron un precario campamento, dejando al herido dentro de la tienda más grande. Junto a él se quedó Viel, quien desesperado invocaba a cuanta deidad y ser mítico recordaba mientras limpiaba las heridas de Colton. Él tomó su mano con fuerza.- Gracias por tu esfuerzo…. Ahora quiero que llames a mi hijo y a Erika.
-Señor, no es prudente, usted necesita descansar.
-Pamplinas! Descansaré cuando esté muerto y siento que ya falta poco para eso.- Viel se incorporó y salió de la carpa. Minutos después Draco y Erika se arrodillaron al costado del lecho del moribundo sin decir palabra alguna. Erika, el temible demonio rojo, temblaba con la armadura aún puesta, mientras que Draco permanecía sorprendentemente tranquilo. – Hijo mío… nunca te dije lo orgulloso que estoy de ti…. Perdóname por no haber sido un buen padre.- Draco agitó la cabeza. Sabía que las palabras de Colton eran ciertas, pero en aquellos instantes cualquier resentimiento que hubiese guardado hacia él en el pasado había desaparecido mágicamente. Tomó su mano y la tomó con firmeza. – Te perdono…Papá.- Edanor extendió su otra mano a Erika, quien de inmediato la apretó. Sonrió con una extraña mezcla de alegría y dolor.- Sólo voy decirte, mi niña, que quiero que seas feliz… me habría encantado verte convertida en una señorita, caminando de blanco hacia el altar.
-Ni siquiera herido pierde usted el sentido del humor, mi general.- Murmuró Erika con un nudo en la garganta. “- No voy a llorar.”- se decía. “- No voy a llorar, porque él no va a morirse… no puede morirse”.- Pero las sombras empezaban ya a cubrir los ojos de Colton. Sólo un leve suspiro y un extraño silencio bastaron para que todo terminara.-Mierda.- Farfulló el demonio rojo desplomándose sobre el cuerpo aún caliente de Colton. – Mierda.- volvió a decir y apretó los puños. “-No voy a llorar… no voy a…”- pero los sollozos que salían de su garganta acallaron a la vocecilla que le daba tales órdenes. Draco seguí arrodillado, inmóvil, perplejo. Sólo atinó a acariciar la mejilla de su padre para luego levantarse maquinalmente y abandonar la tienda.

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Las llamas eran lo único que iluminaba aquella noche sin estrellas. Hasta el cielo parecía estar de luto y ahí, en la más absoluta oscuridad, las cenizas del viejo Edanor Colton se elevaban y esparcían por doquier. Sobraban las palabras, sus rostros desolados lo decían todo…

Cuando las últimas llamas se apagaron, el grupo se refugió en las tiendas, pero Erika simplemente se tumbó en el suelo sin cerrar los ojos, observando cómo la noche oscura la envolvía, la tragaba, imaginado que flotaba en el vacío y que al despertar nada de esto habría ocurrido y sería un día como cualquier otro en las barracas del Real ejército de Däehass.